BAJA CALIFORNIA SUR, un paisaje único con un mar rebelde.
- Alicia Pellegrini
- 6 may
- 3 Min. de lectura
Una vez más volvimos a Baja California Sur. Esta vez regresamos a Los Cabos y visitamos sus alrededores.
Ya habíamos visitado el Cabo San Lucas, años atrás, con hijos más pequeños y esta vez decidimos volver en un plan más de adultos y llegarnos a Todos Santos y a San José del Cabo.
El paisaje de desierto y mar es de mis preferidos entre las playas de México. Disfruto de los cactus, el desierto, lo árido y las vistas al mar a través de playas amplias.
Las olas que se arman, en un mar profundo y bravo es maravilloso, pero su rebeldía hace que tengas que salir a buscar la playa para disfrutar del mar. No todos los hoteles tienen playas aptas para nadar, con lo cual si gustas del baño de mar, se complica muchas veces.
De todas formas, fueron días muy bonitos, donde buscamos las oportunidades de meternos al mar y recorrer los puntos de atracción turística, así como disfrutar de una ruta gastronómica que no falla. Mucho producto de mar, directo al comensal, en ceviches, aguachiles, pescados a las brasas y demás.
Los atardeceres en el Pacífico, son únicos y maravillosos. Los naranjas y rosados en la puesta del sol son la oportunidad para las mejores fotos.
Nos alojamos en Cabo San Lucas, nuestro hotel no era apto playa, así que la buscamos yendo a El Médano, una buena opción, donde hay servicio de beach club y tambien desde alli puedes embarcarte a realizar los tradicionales recorridos por el Arco y la Playa del Amor con sus arenas doradas.
El Arco, una roca esculpida por el mar, icónica de Los Cabos, se ubica donde convergen el Mar de Cortés y el Océano Pacífico.
También tienes la opción de tomar una embarcación desde la marina para realizar snorkel, paddle surf y deportes acuáticos, así como saborear de la gastronomía local, mientras dura el recorrido.
Una de nuestras visitas especiales fue hasta Todos Santos, un pueblo mágico, bonito, prolijo, con edificios coloniales.
Mucha artesanía y colorido para este pueblo cerca del mar, famoso por su Hotel California, que dicen inspiró a una de las canciones más famosas de la banda Eagles, aunque también otros lo desmienten.
El pueblo tiene la belleza de todo pueblo , su plaza, su Iglesia, su mercado, sus colores y arte que lo hacen tan mexicano. Proliferan las galerías de arte a lo largo de sus calles principales junto con muchos lugares para disfrutar de su comida de mar.
Después del recorrido por el pueblo, nos movimos a The Green Room, un restaurante en la playa, con una carta bien marítima y mexicana.
Disfrutamos de una comida al son de las olas agitadas, de un mar que continua rebelde, pero amplio y al romper deja impregnado el olor al agua salada.
Para el fin de nuestros vacaciones dejamos la visita a San José del Cabo.
La misión de San José del Cabo fue establecida por los jesuitas, en 1730.
Sorprende la belleza de sus calles, sus galerías de arte, de tiendas de moda, bares y restaurantes puestos resaltando cada detalle. Las calles cubiertas de papel picado, con detalles que resaltan la mexicanidad.
Su Iglesia, el kiosco, la bandera mexicana flamea en el centro y todo es muy acogedor.
Desde ahí nos vamos al aeropuerto para regresar a la CDMX, recordando estas vacaciones muy familiares e inolvidables, con un paisaje único y un mar que aunque rebelde, siempre nos invita a volver.
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